Mañana no hay clases consiste en convertir el anuncio de la barda del Museo Carrillo Gil en un pizarrón gigante y con gis escribirle la leyenda “mañana no hay clases”; este gesto, simple en su realización, produce una serie de re/significaciones que nos interesa explorar y eventualmente utilizar: ¿emancipación?, ¿orfandad?, ¿negligencia? ¿pedagogía de la libertad o enseñanza del abandono?

El pizarrón en el museo simboliza y subraya el carácter pedagógico y educativo de esta institución, pero al mismo tiempo es una operación que circula dual –y contradictoriamente- entre ser un gesto participativo, abierto y generoso o ser un desplante de autoridad y jerarquía, un regaño, o un castigo. Con esta acción queremos enfatizar la contradicción, entre la idealización casi maternal de la enseñanza (el museo), contra lo que también podría ser la domesticación del espectador.

De una manera discreta pero efectiva hacer un pizarrón de una parte del museo enuncia: ¡participa!, ¡aprende!, ¡toma nota!, ¡apunta! y a la vez establece las tensiones, los riesgos, y las posibilidades de que el público le tome la palabra a este potencial del museo y su lugar en el espacio público, que pase al frente y trace sus propios enunciados.

R.R.D. – Natalia Millán – Vicente Razo

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